Silvia Paradis, entrevista a Dómina Zara
Revista Gente LibreNº 690
Lees la palabra "Escuela" y piensas en muchas
cosas. Pero si le añades BDSM la mente se dispara. Y se rebela. ¿Incredulidad?
Quizás. Pero cierto es que la Escuela de Dómina Zara demuestra ser lo que dice
que es: una Escuela de sadomasoquismo en todas sus formas y de transformismo.
Es, realmente una Escuela. Una Escuela donde cada asignatura tiene su sala y
las clases y los alumnos se simultanean y se cruzan. Donde todos los alumnos
tienen la misma maestra: Dómina Zara. Dómina Zara quien supervisa el lustro que
saca un esclavo, desnudo y con los testículos atados, a sus botas. Dómina Zara
quien descansa sus pies sobre el lomo de otro esclavo, arrodillado y con un
arnés, mientras ella contesta sus e-mails. Dómina Zara quien regaña a las
alumnas que hablan en voz demasiado alta. Dómina Zara cuya mano besan todos al
saludar o despedirse de "la Señora". En la Escuela las alumnas a
esclavas llevan cofia y sexos rasurados bajo los delantales mientras friegan la
jaula de hierro o limpian un traje de gomas tras una sesión de asfixia
suspendida. Son tareas necesarias entre las sesiones prácticas donde estas
discípulas del dolor ponen al límite su aguante con Amos o Amas invitadas y
bajo la supervisión de Dómina Zara. En la Escuela las aprendizas de Ama
aprenden el difícil arte de la dominación. A como provocar dolor sin lesionar y
sin dejar marcas; a humillar con actos y palabras. Ante el inmenso espejo de la
sala de maquillaje aprenden hombres hechos y derechos a transformarse en atractivas
mujeres para luego llegar a saber cómo ponerse medias y ligueros y andar con
"Tacones Altos" Visitar la Escuela de BDSM de Dómina Zara provoca una
curiosa sensación de paz en los iniciados. Una se sabe ajena a toda esa intensa
fantasía, pero a la vez acepta formar parte del juego; agradece el masaje en la
nuca de un esclavo o el sincero beso en la mano de otro. La Escuela de Dómina
Zara es como el instituto de Enseñanza Superior de la transformación, de la
sumisión y de la dominación. Para sus alumnos es una fantasía hecha realidad;
protagonizan un autentico juego de rol. Para los visitantes, como yo, es el
cerrojo por donde vislumbrar las fantasías mas intimas de algunos de mis
conciudadanos.
Un artículo de Silvia Paradis. Para la revista Gente LibreNº
690